y en esa espera extraña, espera atemporal enajenada no fuimos inmóviles, no. Comenzamos a caminar hacia todos lados, desglosando nuestros cuerpos, trenzando aquellas antiguas visiones separadas por momentos de la historia, el pasado presente y futuro se fundieron en un solo lugar, no hubo más ese estúpio límite entre la niñez, adolescencia , adultez , joven adultez , vieja adultez , vejez prematura, vejez pasajera. Derrepente ya no importó más la antes infranqueable barrera que generaba el tiempo, que cambiaba, que separaba, que nos modificaba , que nos maduraba y nos inmaduraba . Que nos daba la posibilidad de dudar y de arrepentirnos. Entonces por un momento fuimos ahora y nada más que eso, un ahora infinito, un ahora tan efímero como aquel tiempo con forma de costumbre. así no quedamos, así estuvimos y estamos...