Perdigones horrorosos kloquetean malévolos planes contra mi y los tuyos. No actúan en forma de cañones agotados, sino como verdaderos invunches violadores. No quieren afecto ni misericordia solo placer material y carnal del más doloroso. No son avellanos , no son cernícalos salvajes, son más bien peñascos maleables, son manchas masturbantes y virginales. Y si te espanta no dejes de seguirlo en lo más hondo de su mierda escrita, que no muerde, solo asusta un poco y apesta a confusión. Luego lo encontrarás sentado y sus cantos efímeros te harán recordar palabras pronunciadas sin digerir. Y luego temerás al entender su verdadero sentido y querrás gritar de desesperación al no poder encontrar en tu mente lugar alguno para el llanto. Entonces, millones de cargosos concienzudos se te aparecerán y pensarás en encontrar un silencio agudo para entender tu desenfreno. Pero seguirás caminando al paso del escuadrón de batalla, mirando al horizonte como si nada, vagando entre tus pantanos buscando