Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2008

Blancos, pelados y asesinos

Perdigones horrorosos kloquetean malévolos planes contra mi y los tuyos. No actúan en forma de cañones agotados, sino como verdaderos invunches violadores. No quieren afecto ni misericordia solo placer material y carnal del más doloroso. No son avellanos , no son cernícalos salvajes, son más bien peñascos maleables, son manchas masturbantes y virginales. Y si te espanta no dejes de seguirlo en lo más hondo de su mierda escrita, que no muerde, solo asusta un poco y apesta a confusión. Luego lo encontrarás sentado y sus cantos efímeros te harán recordar palabras pronunciadas sin digerir. Y luego temerás al entender su verdadero sentido y querrás gritar de desesperación al no poder encontrar en tu mente lugar alguno para el llanto. Entonces, millones de cargosos concienzudos se te aparecerán y pensarás en encontrar un silencio agudo para entender tu desenfreno. Pero seguirás caminando al paso del escuadrón de batalla, mirando al horizonte como si nada, vagando entre tus pantanos buscando

Pedalear sin frenos

Camarada! La locura se desmorona, mis visiones enclaustradas no alcanzan tu universo infrasuperultraoverreal, te me has adelantado. Esperame un poco más... ...que casi comienzo a entender el latir de tus pasos. Son como claras de huevo mezcladas, son azufre, no es cierto? da la vuelta solo un segundo para que tus ojos repliquen aquello que algún día alcanzaste a decirme entre drogas y risas. Podrías quizás realizar un simulacro de compañía, así tu universo ultraviolento acabaría conmigo y mis sueños, más rápido que el mismo pasar de los años. Será mejor hacer como que nunca crucé tu pecho y pedalear sin frenos sin chocar ni oler el tiempo.

Mandarinas

Solo porque gusto de hacerlo, solo porque vibro con temor, solo porque me desmorono de desenfreno. Pasará que cuando camines ahora tratarás de mantener el glóbulo de agua entre tu ojo izquierdo y tu mejilla. Intenta no dejar caer tus pesares, vibra con ellos casi como si disfrutaras aquel horroroso flagelo. Y así lo hizo, miró las uñas de su acompañante, lucían un negro repulsivo, como si tuviese gusanadas alimentándose de su pestilencia. No tuvo miedo, mantuvo firme su corazón, pese a que esas ganas casi incontenibles de abrazarlo podrían haberla corrompido, no lograron atravesar su hermética caparazón y se mantuvo inmóvil, como si no sintiese nada, como si comieran veinte larvas de corazón. "No sientes nada, no tienes alma"- se decía- "sin tejedora, sin mazamorra"- se decía. Y probaba con los hombres como degustando de aquel dulce coctel que le era el placer efímero. "Sigue buscando a tu príncipe azul"- dijeron, y sorprendida manoseó su corazón s